Un Mundo de Fantasía (La Crisis Española)

Dedicado a Yumi, por tener una perspectiva tan imparcial.

Imaginemos que exista un mundo donde la Magia y la Fantasía sean tan naturales como aquí el Amor y el Odio. Una sociedad con gran mezcla de razas (como Elfos, Enanos, Ogros o Humanos) y extraños paisajes que acogen en su lecho a todos estos individuos.

En concreto nos fijaremos en un pequeño reino, que durante su historia ha disfrutado de grandes periodos de expansión, pero que ahora mismo no pasa por su mejor momento.

Dominado por Reyes brillantes, buenos, mediocres o hijos de puta han ido construyendo su guión, pero la verdad es que siempre ha habido disputas entre sus pueblos. Hace poco superaron una Dictadura y creen haber pasado página, pero antiguos recelos aun persisten entre sus habitantes y continuaran existiendo durante mucho tiempo.

Pero no todo es negativo. En las ultimas décadas, bajo el reinado de un Rey aparentemente ecuánime, tuvieron un momento de gran crecimiento que les hizo creer que volvían a estar en la primera línea de la elite mundial. Los Consejeros del Rey, viendo el periodo de calma que estaba viviendo el reino, decidieron sacar provecho de la situación, pero no tenían ni recursos ni organización, así que desesperados, decidieron acudir a Magos y Elfos, personajes con mucho poder que nunca cedían gratuitamente su magia.

Al final, con la promesa del Rey y de los Consejeros que siempre defenderían los intereses de los otros se cerró el acuerdo de colaboración.

Los Magos y los Elfos, felices, se pusieron a trabajar sin perder el tiempo. Movilizaron a adultos y jóvenes en edad de trabajar, y les empezaron a guiar. Con la magia se multiplicaron los recursos. Se flexibilizaron, se modificaron y se suprimieron un montón de normas en nombre del progreso. Casi nadie protestó. Las ciudades crecieron a un ritmo desmesurado. Todo lo que rodeaba a la Construcción parecía estar bendecido por la fortuna. Los trabajadores pasaban duras jornadas trabajando de sol a sol, pero a cambio percibían un gran jornal que les hacía olvidar sus penas. En seguida tuvieron tantas monedas que les faltaba tiempo para gastárselas.

Los Consejeros del Rey, conscientes de aquel enriquecimiento, les empezaron a ofrecer residencias dentro de la ciudad. Pero eran caras y los ciudadanos se negaban a invertirlo todo en aquellas viviendas. Fue entonces cuando de nuevo los Magos aparecieron en escena ofreciéndose a soportar la deuda a cambio de una parte de los beneficios que obtuviesen los trabajadores. Los ciudadanos, que vieron completamente viables los números que les presentaban los Magos, decidieron aceptar.

Mientras tanto, para cubrir las necesidades que los humanos no podían o no querían cubrir, se decidió pactar con los Enanos, que fueron a quienes se les encargó los trabajos más duros y pesados de las ciudades. Era una alianza un poco inestable, pero como se respiraban aires de grandeza, se terminó siendo tolerante con la entrada de Enanos, que poco después también acabarían cediendo a les generosas ofertas de los Magos y invirtieron en aquel valor seguro que era la Construcción.

Al principio los tributos se pagaban sin problemas. Setecientas o mil monedas, son fáciles de pagar cuando se cobran tres mil. No obstante, pasados los años empezó el declive.

No se había producido ningún ataque exterior y las ciudades, abarrotadas de edificaciones, ya no podían continuar creciendo. Pero si no se crecía no se necesitaban constructores, ni herreros trabajando el hierro, ni carpinteros haciendo puertas. De la noche a la mañana millones de puestos de trabajo empezaron a sobrar, y los trabajados, humanos y enanos por igual, empezaron a ser despedidos.

Desgraciadamente para ellos, la deuda con los Magos continuaba vigente, y cada mes tenían que pagar puntualmente sus tributos. La letra pequeña de los contratos que habían firmado con ellos especificaba que la deuda contraída no se saldaría con la devolución de la casa, sino que se tenía que continuar pagando hasta que la deuda quedase saldada. Evidentemente, sin trabajo (o con uno de precario) los ingresos de mucha gente empezaron a desaparecer y terminaron perdiendo todo lo que tenían.

Cuando se llegaba a los seis meses de incumplimiento de tributos, los Magos (amparados por la ley) ejecutaban su poder y expulsaban a la familia de la casa que habían comprado para quedársela ellos. Pero como todos habían perdido poder adquisitivo, las casas quedaban vacías y sin comprador, y la familia viviendo en la calle o volviendo a casa de sus progenitores, siempre y cuando no la hubiesen perdido también por los tratos con los Magos.

Y como ya he dicho, aun y haber sido expulsados, la familia continuaría teniendo la deuda con los Magos durante treinta o cuarenta años más.

La economía de aquel reino se paralizó. El Rey y los Consejeros, necesitados de capital para cubrir sus gastos, imploraron de nuevo ayuda a los Elfos. Se decía de aquellas criaturas que podían multiplicar el oro con sus inversiones, pero como especuladores profesionales, tan solo accedieron a ayudarlos cuando pactaron intereses desorbitados y condiciones más favorables para ellos. Los Consejeros aceptaron.

Ante tal situación algunos enanos decidieron volver a sus grutas. Un buen número de humanos los siguieron y muchos otros probaron fortuna en distintos lugares del planeta... Pero una gran mayoría de la población se quedó a suportar el estado de oligopolio que los Magos y los Elfos habían creado, con la tolerancia del Rey y los Consejeros, que atados de manos, pero con cargos dentro de las empresas de los mas poderosos, no sufrieron ni de lejos la crisis a la que sometieron al pueblo.

Es evidente que sin poder de decisión, ni voluntad real para oponerse al guión marcado por los Magos y los Elfos, el Reino se vio obligado a tocar los pilares básicos del estado.

Desde tiempos inmemoriales, las curas sanitarias i la educación las había pagado mayormente el Reino, con una parte de los impuestos que recibían de los ciudadanos (entre ellos un descuento en sus salarios destinado a esta finalidad). Pero en tiempos de crisis, y con las arcas del reino gestionadas arbitrariamente, se aseguró que se tenían que hacer cambios radicales para garantizar el estado de bienestar: Se subieron todos los impuestos y se crearon de nuevos, se implantó el pago parcial de la factura médica, se cedió la gestión de los hospitales públicos a empresas privadas, se cerraron hospitales y quirófanos, se despidieron médicos y profesores, se redujeron las becas, se abarató el despido de los trabajadores, se rebajaron los sueldos y se multiplicaron las tasas escolares y universitarias.

Pero no toda la culpa fue del Rey, los Consejeros, los Magos o los Elfos. La ciudadanía se dejó engañar (o miró hacia otro lado), creyéndose que viviría en un estado de bienestar absoluto y eterno viviendo del crédito y ejerciendo las profesiones de mas alto rango sin ensuciarse, mientras los Enanos hacían los trabajos más desagradecidos. Muchos ciudadanos nunca habían tenido nada y de repente pretendieron tener un palacio, un carruaje para cada miembro de la familia y obras de arte que ni sabían apreciar.

La crisis en este reino ha servido para dar un bofetón a la manera de vivir que tenia la gente de la calle, rebajando aquella supervía que les hizo pensar que eren el centro del mundo. Eso sí, los poderosos no han perdido ni un gramo de su poder, todo lo contrario, emparados por la ley, se han enriquecido a base de hundir el pueblo.

Y el Rey y los Consejeros, en nombre de la austeridad, lo han permitido.

Pero mientras exigían austeridad al pueblo se iban conociendo noticias sobre diferentes concesiones que habían hecho irregularmente los gobernantes a empresas afines. También se descubrieron innumerables casos de corrupción, y se rescató con dinero público a algunos Magos, que por culpa de las malas inversiones se habían quedado sin capital.

Eso sí, los contratos con los ciudadanos continuaban todos vigentes y no se perdonó ni una moneda de la deuda.

El Reino no genera riqueza porqué casi todo lo que se produce sirve para pagar los asfixiantes intereses de Magos i Elfos. No se crea ocupación y hace mucho tiempo que la sociedad está dividida. Los ricos solo miran por su propio beneficio, y los pobres también (con la diferencia que unos tienen los recursos y los otros no). Es un bucle que está condenado al caos.

Por eso, después de tantos recortes en derechos y salarios, y ver que los Consejeros son unos vulgares estafadores que tan solo miran por sus intereses y por los de los Magos y Elfos, la población ha decidido decir basta.

Salen a la calle para expresar su rechazo. Se manifiestan por todo aquello que consideran injusto, y se quedan afónicos de tanto gritar: “Cuando os dimos nuestro apoyo no era esto lo que esperábamos”. Pero los Consejeros ignoran la voz del pueblo, continúan ejerciendo con mano de hierro sus decisiones (consensuadas con Magos y Elfos). Y ninguno dimite.

Se aferran al poder, y se reparten un bipartidismo que está tan podrido como la propia sociedad.

“Vosotros nos votasteis” responden ellos.

Esta es la gran ironía de esta historia… Una mayoría de ciudadanos, quizás embrujados o quizás cegados por promesas electorales que los líderes han incumplido deliberadamente, les dieron confianza.

Ahora pagan las consecuencias de esa ignorancia. Y protestan porqué es lo único que les dejan hacer.